Rafael Pastorino: «Uruguay antes era un país de espaldas al agro, hoy ya no»
Entrevista al Gerente Técnico de Agroenfoque
El gerente técnico de Agroenfoque dijo que a pesar de haber tenido un verano muy complicado por la seca, ve con optimismo las perspectivas de la soja y el maíz, manteniendo o aumentando su área pero sobre todo incrementando su productividad con los avances tecnológicos, siempre cuidando el ambiente y produciendo de forma sostenible ambiental, social y económicamente. Rafael Pastorino estableció que es clave la generación de seguros para el sector agrícola, y valoró que hoy la sociedad está mucho más informada que antes sobre lo que pasa en el campo. Finalmente, dijo que el sector arrocero uruguayo es un ejemplo a mirar con respeto y aprender de su integración.
—¿Cómo está viendo la realidad agrícola en general del país en este momento?
— Hay dos realidades: la de los productores que pueden tener cultivos con riego, como los arroceros o la gente que pudo regar con pivots maíz o soja y tuvieron el agua, y por otro lado la de los que tuvieron un gran área de agricultura de secano. Venimos de 3 veranos muy complicados de seca, pero este último tuvo un fuerte impacto que recién podemos empezar a dimensionar y tiene sus consecuencias en el país. Es un momento duro para el sector agrícola uruguayo.
—¿Cómo observa la realidad de la soja, siendo que es el cultivo con mayor superficie por bastante diferencia pero que ya se encuentra inserto en rotaciones con otras opciones?
— La soja es un cultivo que ya se instaló en Uruguay desde hace años. Tiene la mayor área y va a seguir siendo así porque no se ve nada en el horizonte cercano que cambie esa realidad. Ese millón, o millón cien mil hectáreas van a seguir estando, y venimos con una capacidad de aumento de tecnologías para mejorar la productividad que no solo se ve en la oleaginosa, sino en todos los rubros: trigo, cebada, colza, arroz, maíz… Ser tan dependiente de las precipitaciones en un cultivo de verano, y más considerando los veranos que nos han tocado, es complicado. La zona agrícola más afectada, que quizás es la zona núcleo, indica que este año se cosecharon 640.000 kilos, lo que marca un rendimiento de 600 kilos por hectárea cuando deberíamos estar en 2500 o 3000 kilos. Es un impacto fuerte. Pero de todos modos, a la soja la veo bien, instalada en el sistema uruguayo y pienso que seguirá siendo el principal cultivo agrícola.
—¿Piensa que cambió su rol en la agricultura nacional? Por ejemplo en el este se integró a rotaciones con arroz…
—Esta complejidad distinta viene bien en las rotaciones con arroz para la limpieza de malezas, especialmente de arroz rojo. Tiene un lugar muy importante para darle sostenibilidad al sistema de arroz y hacer rotaciones más cortas y no tener solo la necesidad de combatir con pasturas, que implicaría mínimamente rotaciones más largas. En la parte oeste o el litoral del país, es un cultivo que se ha instalado muy bien y funciona, porque además el productor ya aprendió a hacerlo, lo conoce y no es tan dependiente de los insumos. De la paleta de cultivos que tenemos, es uno de los que puede manejarse con menor inversión por hectárea. Si lo miramos frente al maíz por ejemplo, que es otra opción de verano, la inversión es mucho menor.
—Precisamente hablando de maíz, es un cultivo que por medio de sus avances genéticos ha podido extender ventanas de siembra sin comprometer los rendimientos, o incluso llevarlo a campos donde antes era impensado hacer. ¿Cómo ve esta realidad?
—Creo que es un cultivo que va a crecer, sobre todo porque ya creció. 150.000 hectáreas de maíz es un área importante para nuestro país. Consideró que este avance va a seguir, pero se nos van a ir separando dos tipos de productores: el que puede aportarle toda la tecnología y el riego, y el que lo hace en secano con los altibajos que tiene ese sistema. Aún si olvidamos que este verano fue lo duro que fue, el maíz por genética y por su forma de trabajarse ha logrado rendimientos mínimos que son muy importantes. Muchos productores que antes dedicaban muchas de sus chacras a sorgo y no se animaban a plantar maíz, hoy lo hacen y con éxito. El maíz fue tomando muchos campos en el país donde antes no se realizaba por las propias limitantes del cultivo.
—A su vez, la integración con la ganadería o necesidad de comida para los encierros ha favorecido. ¿Es así?
—Sí, pero la ganadería ha dado más posibilidades a todos los cultivos de grano, no solo al maíz. Esto es algo que vino para quedarse. La ganadería nacional tendrá una demanda permanente y en aumento, y por ello la intensificación que se irá generando es algo que se ve día a día y que va a seguir. Uruguay tiene mucho para crecer y la ganadería necesita generar también su propio alimento. Porque no es solo el grano, sino que son también los mejoramientos en campos naturales, praderas o mejoramientos en sí. Al final, esa conversión termina transformando grano en carne y le da viabilidad al sistema. Cuando los precios de los granos son más bajos, la incidencia del flete y lo demás golpea de forma importante, por eso transformarlo en carne logra una rentabilidad mejor.
—¿La diversificación permite también bajar riesgos?
—Desde siempre. En la horticultura, en la fruticultura. Vas a una quinta y ves en 10 hectáreas 3 variedades de manzana, 5 de durazno, 3 de ciruela, 2 de uva… En los granos y en la carne, el mercado externo nos da mucho más seguridad y permite especializarnos más. Hay que poner los huevos en distintas canastas, o diversificar por zona, pero el camino a transitar, que estamos haciendo pero todavía estamos lejos, es el de los seguros agrícolas. Esta actividad tiene que estar realmente asegurada para aguantar los golpes y seguir especializándonos. Uno debe hacer distintos cultivos y rotaciones, pero no porque le tengo miedo al mercado, eso lo deberíamos manejar con un seguro.
—¿Ve lejana la posibilidad de generar un seguro robusto y accesible?
—Fácil no es, sino ya lo tendríamos. Cada vez hay más conciencia, de todos modos. Los productores son cada vez más empresarios y lo valoran de otra forma, porque no hay vuelta, no hay otro destino que lograrlo. Hay que trabajar para que sea bueno para todas las partes, pero generar esa estabilidad. El país lo necesita.
—¿Cómo ve las perspectivas de la campaña de invierno?
—Ha tenido un crecimiento importante y es necesario para las rotaciones. Es cierto que venimos mejorando los niveles productivos porque hay un paquete tecnológico que estamos aplicando en busca de la mejora continua. Este año se vio un poco más golpeado. Hay cultivos que están bien y otros que todavía están a tiempo, si bien hay algunas chacras que se perdieron. En trigo y cebada viene muy bien, pero recién empezó el partido. Esperemos tener un poco de suerte y que la primavera permita terminar bien los cultivos.
—¿De qué forma viene acompañando Agroenfoque este desarrollo?
—Buscamos dar un servicio al productor y acompañarlo en este trabajo, conociendo bien los recursos y estando cerca en la toma de decisiones o elección de planes para el cultivo, así como el acompañamiento posterior durante el proceso haciendo los ajustes pertinentes. Hacemos análisis de suelo, foliares, de carbohidratos y damos un acompañamiento técnico que busca soluciones adaptadas a los requerimientos de cada cultivo, chacra o productor. Tenemos la gran ventaja de tener maquinaria y productos con tecnología para cualquier etapa del cultivo. Trabajamos con protectores, nutrientes, bioestimulantes y fertilizantes líquidos, lo cual es una herramienta a usar en cualquier momento, algo nuevo e importante que da la oportunidad de tener los aumentos de rendimiento necesarios. Todo esto se logra con un impacto ambiental menor que con las medidas de manejo anteriores.
—¿Ya no se discuten los desafíos ambientales?
—Es un hecho, nuestro presidente hace unos días se comprometió a un Uruguay en 2050 carbono neutro. El productor agropecuario debe ser sostenible económica, social y ambientalmente, porque si no la propia sociedad te frena. Uruguay produce bien, y hay que mostrarlo.
—¿Cómo piensa que se ve socialmente al rubro agropecuario?
—Hay que separar, porque no hay una generalización pero sí hay tendencias. Veo que el agro es más entendido por los uruguayos, que se preocupan más, que están más informados. Estamos en el 10% del PBI, pero cuando se lo encadena trepamos al 30%. Esto hace a una realidad económica, pero también social y cultural. Hace a nuestra vida, cómo somos, cómo vivimos, la música que escuchamos… Pienso que cada vez comulgamos mejor los que nos sentimos más parte del agro y los más citadinos, por así decirlo. Estamos mucho más mezclados. No es raro hoy prender la tele y ver programas de agro, o en la radio, o en los diarios… Es una realidad. Uruguay antes era un país de espaldas al agro, hoy ya no. Somos mucho más concientes, si bien sigue habiendo un sector fuerte que desconoce la realidad, la cultura y la idiosincracia de la gente de campo.
—¿Cómo ve la realidad del sector arrocero?
—El sector arrocero es un ejemplo. Bate récords y mejora como deben hacerlo todos los sectores, pero tiene una integración, una forma de discutir y poner en la mesa los temas que es admirable. Ese trabajo coordinado con el INIA, la fuerza de la ACA en la política… Hay que mirarlo con respeto y aprender. Este verano, al tener agua y buena heliofanía se pudo desarrollar de gran forma. Veo una compensación al productor, pero pienso que a pesar de que tengamos veranos con días nublados o productividades menores, nada le va a quitar crédito a todo el trabajo que se hace desde el sector. Llegamos a tener casi 200.000 hectáreas, después bajamos a 120.000 y ahora por suerte recuperamos. Por suerte en estos años el productor tuvo más rentabilidad y eso le permite mirar hacia adelante con optimismo.
—¿Cuáles son los principales desafíos hacia adelante?
—El camino que estamos llevando es bueno, debe ser una agricultura empresaria, que mire el negocio y se preocupe por la sostenibilidad del sistema en todas las patas: económica, ambiental y social. Cuánto más integrado y transparente más fácil, porque hay cosas que tenemos que lograr todos juntos. También necesitamos autoridades que nos acompañen, y viabilicen el uso de las tecnologías de punta que mejoran las productividades pero siempre cuidando el ambiente. El sector hace al país y Uruguay sale adelante con el agro.